lunes, 12 de marzo de 2018

Aristas


     Hay lugares que vemos y se nos oprime el alma y agudiza nuestros sentimientos.
     La inmensidad del mar acompañado de mucha pobreza. Nos deleitamos con la vista y sentimos una paz interior y lo hacemos sin fijarnos que en la misma linea se encuentra manifestada una gran pobreza cultural, material e intelectual. Son personas que viven su día a día sin pensar que pasara mañana, están contentos con sobrevivir el día de hoy, y con llevarse a la boca un plato de comida.
     Nosotros nos sentimos contentos con haber disfrutado una excelente tarde admirando la belleza de la naturaleza, y paladeando los exquisitos guisos.
     ¿Debemos sentirnos culpables?
     ¿Ayudaría quitarse el pan de la boca, repartir nuestro patrimonio, y quedarnos igual que ellos?
     ¿Cual es el camino a seguir?
     Llevo meditando eso desde hace mucho y todavía no se me ocurre nada. Ya casi me termino mi ensalada de camarones y ya di cuenta de dos docenas de ostiones, y nada. Sigo pensando. Tengo que esforzarme y llegar a una conclusión, sino de nada habría servido todo este tiempo de reflexión.
     Tal vez la próxima vez que vea el mar, ya no me gusten los camarones y tenga que pedir otra cosa.

     
         



















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