Antes enfrentábamos los retos con tan solo el poder de la juventud, con ese inquebrantable deseo de vencer al mundo, con esos pensamientos que no dejaban espacio para las derrotas y la vision de nosotros mismos como los triunfadores de cualquier evento que pudiera surgir en nuestro camino, pero al paso del tiempo, solo tenemos a nuestro favor la satisfacción de que aun permanecemos de pie, de que seguimos caminando por el mismo sendero que escogimos, en ese que esperamos ver coronado nuestros esfuerzos y en el que se cumplirán nuestros sueños.
Nos acompañan todavía los nervios de siempre, las ilusiones que no se han cumplido, las esperanzas de que todo va a salir bien y los recuerdos que hemos almacenado a través de ese espacio de nuestra vida que sabemos que ha quedado atrás pero que no lo olvidamos. Seguimos caminando, siempre hacia adelante, con la mirada en el horizonte y la meta que aún permanece en nuestra mente, ahora más lentos, pero con la misma determinación que teníamos ayer, con el mismo propósito y que ahora sirve para sostenernos mientras avanzamos.
Hemos encontrado fuerzas, en lo que construimos, en los castillos de arena que se han vuelto realidad, en cada pequeño triunfo en que vencimos las expectativas de los que nos rodeaban. Hemos encontrado fuerzas en la compañía de quien nos ama, en la que sigue viendo en nosotros al guerrero que fuimos en la juventud, en quien sigue manteniendo la confianza de que siempre saldremos adelante a pesar de las tormentas que aún faltan por cruzar y que siempre encontrara en nuestros brazos, el refugio que un dia vino a buscar.

