No hay nada mas obscuro que los pensamientos pesimistas que puede uno albergar dentro de nosotros mismos, sin darle una oportunidad a la esperanza.
Vamos por la vida con el deseo de que todo lo que encontremos a nuestro paso debe de ser lo mejor, sin contratiempos, sin barreras que nos detengan, y que el camino que tenemos por delante sea lo mejor que nos podamos encontrar.
Pero hay momentos en que todo se vuelve obscuro y no vemos el camino que debemos de seguir, y vamos dando tumbos como si estuviéramos ciegos y sin que nadie nos oriente para seguir adelante.
La obscuridad que nos envuelve en ciertos momentos son retos que tenemos para hacernos mas fuertes y que en el futuro todo se vuelva mas fácil.
Cada vez que nos toca momentos críticos de obscuridad, nos volvemos tan débiles que nos es imposible pensar con claridad, y es cuando tomamos decisiones que cambian radicalmente nuestra vida diaria, nuestra forma de pensar cambia, nuestros actos no son los mismos, y esperamos milagros cuando ni siquiera hemos elevado una plegaria.
Somos tan predecibles en nuestra forma de actuar, que cuando rezamos creo que ya ni Dios no quiere escuchar.
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