Se nos hace tan difícil hacer las cosas correctas que todo mundo lo considera así pero que no lo es para nosotros, nos cuesta tanto trabajo comprender lo que es bueno y lo que es necesario, y vamos dando tumbos esperando que todo se resuelva por arte de magia, sin analizar y sin tomar en cuenta lo que debe de hacerse. Tal vez porque tenemos la esperanza de que todo sea un mal sueño, y que de un momento a otro vamos a despertar y todo funcionara como lo esperamos.
Nadie quiere encontrarse de pronto que la suerte se ha acabado, que la luna de miel se ha terminado, o que es tiempo de afrontar un nuevo reto que tiene muchos momentos diferentes a lo ya estamos acostumbrados y que han sido la construcción y la edificación de toda una vida.
Nada probablemente va a ser como siempre, llega un momento en nuestras vidas que los castillos por muy bien cimentados que los hemos construidos parezca que se vienen abajo por cuestiones ajenas a nuestros deseos y que ya no dependen de nosotros sino del destino, de ese que ya tenemos trazado y que por mas esfuerzo que hagamos no lo podemos cambiar.
Cuando llegamos a esa encrucijada y tengamos que tomar una desicion, creo que lo mejor es que si creemos en Dios, pidamos con todo nuestro corazón que lo que tengamos que hacer sea lo mejor para que en un futuro cercano no carguemos con el remordimiento de no haber hecho lo correcto.
Las decisiones que marcan nuestras vidas, son los recuerdos que nos acompañaran por el resto del camino que nos falta por recorrer.
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