miércoles, 7 de octubre de 2020

Realidad.

     Cuando la juventud nos apabulla y queremos comernos el mundo, nada nos importa más que presumir lo que hemos conseguido, nuestros logros y el hecho de que nos sentimos con fuerzas suficientes para vencer los retos que se nos presenten.

     Las circunstancias cambian constantemente en este medio y en todos, pero siempre la constante es encontrar el equilibrio entre los deberes con el trabajo y con la familia, y si aun queda tiempo con los amigos. Muchos fracasan por que no dan la importancia que debe tener cada uno de ellos.

     El pasado es una época que nos encanta porque ya quedó atrás y pensamos que no puede influir en lo que estamos viviendo, pero nos equivocamos rotundamente porque si nos olvidamos de lo que hemos vivido, de los errores que hemos cometido, de los aciertos que hemos tenido. sin lugar a dudas es como si volviéramos al comienzo, así que si lo que nos antecede es poco o mucho hay que tenerlo presente para que el presente no sea una réplica barata de lo que ha sido nuestra vida. 

     En la actualidad somos una versión muy diferente de lo que habíamos soñado, no importa que tan acertada sea de lo que imaginamos, debemos de estar muy satisfecho de lo que hemos logrado, tal vez no sea lo que habíamos soñado, pero es lo mejor que hemos logrado con nuestros esfuerzos, con nuestros sacrificios y siempre con el deseo de ser los mejores.

     Los años no cuentan, lo que cuenta son las veces que hemos estado en el suelo y nos hemos levantado, sacudirnos el polvo y como si nada seguir adelante, con una sonrisa en los labios y una esperanza en el corazón 

        
 






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