Solamente quienes hemos sido militares podemos decir si en verdad a sido dura nuestra existencia, tal vez muchos piensen porque nos ven apostado en una guardia donde nada pasa, todo es tranquilidad, todo es estar parado esperando a que alguien se acerque para marcarle el alto con una voz de trueno y que medio mundo piense que somos muy rudos.
Nadie sabe más que nosotros que después de estar cuatro horas en un puesto, nos toca ir a prepararnos para un posible combate, para un embarque de emergencia, para realizar maniobras que jamás lo hubiéramos pensado, o tal vez para llevar a cabo una operación de rescate porque ha sucedido un desastre, nadie sabe y nosotros tampoco lo sabemos.
Somos como cualquiera, con sueños, con ilusiones, con deseos de salir adelante en los problemas que diariamente nos aquejan, y más que nada con ser diariamente ser mejores personas y tratando de hacer lo que es correcto porque es la base de nuestras enseñanzas, de lo que a diario aprendemos y que es más que nada nuestro motivo de ser.
Ser militar a veces es algo complicado, la familia pasa a segundo término en el sentido literal, pero los tenemos presente en todo momento, siempre están ahí, y es por ellos por quien siempre damos lo mejor, por ellos nos esforzamos, por ellos alcanzamos lo que nos proponemos y es por ellos que cuando tenemos un blanco en la mira, siempre sera una una diana.
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