martes, 24 de abril de 2018

Sin novedad

     Hay momentos en la vida que es necesario decir ¡Basta!
     No por lo problemas económicos. No por lo problemas familiares. No por los problemas de salud. No por los problemas de los demás. No. Es necesario decir basta a lo que estamos haciendo ¡Nada! Estamos dejando que la vida transcurra sin disfrutarla, sin aprovechar los momentos que pasamos con las personas que nos importan, sin darnos el tiempo necesario para gozar de lo que Dios nos proporciona diariamente: La vida.
     Estamos tan distraídos con las luces de la envidia, con los colores del rencor, con los sonidos de la frustración, y principalmente con las distracciones de lo que hacen los demás. Y nos olvidamos que nosotros tenemos una vida que vivir, que requiere toda nuestra atención, y requiere el tiempo que perdemos en cosas que no valen la pena.
     Diariamente hay problemas, pequeños, medianos y grandes, unos se resuelven otros quedan pendientes, pero sobrevivimos y seguimos adelante, la vida no se acaba y debemos dormirnos con la esperanza de que el nuevo día traerá sorpresas y soluciones a lo que parece imposible de resolver.
     Debemos guardar un poco de energía para buscar un poco de felicidad, un poco de tranquilidad y un poco de satisfacción de lo que estamos haciendo.
     Decir basta no es expresar hartazgo por la vida. Decir basta no es decir que ya todo nos importa un cacahuate. Decir basta no es que estemos en el limite de nuestra buena conducta. Decir basta es saber que nuevamente hemos logrado darnos cuenta que no estamos haciendo las cosas bien y que es necesario retomar el rumbo que probablemente lo tenemos perdido.
     ¿Crees que en tu vida a llegado ese momento de decir ¡Basta! ?
   

























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